jueves, 29 de diciembre de 2011

Las relaciones siempre comienzan con un rumbo impresionante, durante el cual la otra persona es como un invento nuevo que de repente resuelve los peores problemas de la vida. En esa fase, que suele durar un máximo de seis semanas y un par de días comienzan a notarse las fisuras; todavía no son verdaderos daños estructurales, sino cositas que fastidian o molestan. Al principio te parece un poco gracioso o tierno. En cambio, luego no lo suficiente como para cambiar nada. Al llegar a la octava semana, sin embargo, la tensión comienza a notarse. Esa persona, de hecho, es humana, la cual como todos los demás comete errores; en este punto de la relación es cuando el noviazgo quebraja y muere. Y ahí, te quedas sabiendo que en algún momento aparecerá otra persona perfecta que lo arreglará todo, al menos durante las primeras seis semanas.



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